El escritor J.D. Salinger, autor del clásico del siglo XX El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye) ha muerto en su casa a los 91 años, el 27 de enero, por causas naturales.
Desde 1953 el escritor vivía totalmente recluido, nunca contestaba a las cartas y llamadas de sus admiradores ni había concedido una sola entrevista en tres décadas y, aunque seguía escribiendo, no publicaba nada desde 1965.
El autor, que ha marcado profundamente la literatura del siglo XX, se hizo célebre con su primera novela, El guardián entre el centeno, publicada en 1951 y protagonizada por el rebelde adolescente Holden Caulfield. Desde su publicación la obra se convirtió en un ‘best seller’, traducida a los principales idiomas y se han vendido más de 65 millones de copias.
Escrita en primera persona, cuenta las experiencias del joven Caulfield en Nueva York tras ser expulsado de su escuela. Es la figura de alguien decepcionado por la vida, la cual conoce en forma de múltiples decepciones. Lo único que a Caulfield le gustaría en la vida es estar en un campo de centeno al borde de un precipicio; en el campo hay miles de niños jugando y él sueña con evitar que caigan al abismo, él sería “el guardián” entre el centeno.
El libro fue criticado principalmente por su lenguaje ofensivo y sus referencias a las drogas, el alcohol y la prostitución; se vio a Holden como un instigador de masas. En la obra sí hay una crítica a la sociedad, pero conviene recordar que el protagonista no es un desarraigado absoluto, el cariño hacia su hermana le hará cambiar de conducta, ya que será la única que no le fallará nunca.
Pese al enorme éxito de su libro, después Salinger sólo publicó unos pocos relatos, como Nueve historias.
El escritor se despide fiel a su estilo, a su deseo intransigente de toda la vida de proteger y defender su privacidad, con un funeral íntimo. Como ha dicho su representante, le echarán de menos sus pocos amigos y los muchos lectores que le admiraban.
Jerome David Salinger Desde 1953 el escritor vivía totalmente recluido, nunca contestaba a las cartas y llamadas de sus admiradores ni había concedido una sola entrevista en tres décadas y, aunque seguía escribiendo, no publicaba nada desde 1965.
El autor, que ha marcado profundamente la literatura del siglo XX, se hizo célebre con su primera novela, El guardián entre el centeno, publicada en 1951 y protagonizada por el rebelde adolescente Holden Caulfield. Desde su publicación la obra se convirtió en un ‘best seller’, traducida a los principales idiomas y se han vendido más de 65 millones de copias.
Escrita en primera persona, cuenta las experiencias del joven Caulfield en Nueva York tras ser expulsado de su escuela. Es la figura de alguien decepcionado por la vida, la cual conoce en forma de múltiples decepciones. Lo único que a Caulfield le gustaría en la vida es estar en un campo de centeno al borde de un precipicio; en el campo hay miles de niños jugando y él sueña con evitar que caigan al abismo, él sería “el guardián” entre el centeno.
El libro fue criticado principalmente por su lenguaje ofensivo y sus referencias a las drogas, el alcohol y la prostitución; se vio a Holden como un instigador de masas. En la obra sí hay una crítica a la sociedad, pero conviene recordar que el protagonista no es un desarraigado absoluto, el cariño hacia su hermana le hará cambiar de conducta, ya que será la única que no le fallará nunca.
Pese al enorme éxito de su libro, después Salinger sólo publicó unos pocos relatos, como Nueve historias.
El escritor se despide fiel a su estilo, a su deseo intransigente de toda la vida de proteger y defender su privacidad, con un funeral íntimo. Como ha dicho su representante, le echarán de menos sus pocos amigos y los muchos lectores que le admiraban.
El guardián entre el centeno (fragmento)
" Era un taxi viejísimo que olía como si alguien hubiera acabado de vomitar dentro. Siempre me toca uno de ésos cuando voy a algún lado de noche. Pero más deprimente todavía era que las calles estuvieran tan tristes y solitarias a pesar de ser sábado. Apenas se veía a nadie. De vez en cuando cruzaban un hombre y una mujer abrazados por la cintura, o una pandilla de tipos riéndose como hienas de algo que apuesto la cabeza a que no tenía la menor gracia. Nueva York es terrible cuando alguien se ríe de noche. La carcajada se oye a millas y millas de distancia, y hace que uno se sienta aún más triste y deprimido. En el fondo, lo que me hubiera gustado habría sido ir a casa un rato y charlar con Phoebe. Pero, en fin, como les iba diciendo, subí al taxi, y pronto el taxista empezó a darme un poco de conversación. Se llamaba Howitz y era mucho más simpático que el anterior. Por eso se me ocurrió que a lo mejor sabía lo de los patos.
-Dígame, Howitz -le dije-. ¿Pasa usted muchas veces junto al lago del Central Park ?
-¿ Qué ?
-El lago, sabe. Ese lago pequeño que hay cerca de Central South Park. Donde están los patos. ¿ Sabe, no?
-Sí. ¿ Qué pasa con ese lago ?
-¿ Se acuerda de esos patos que hay siempre nadando ahí ? Sobre todo en primavera. ¿ Sabe usted por casualidad dónde van en invierno ?
-Adónde va , quién ?
-Los patos. ¿ Lo sabe usted, por casualidad? ¿ Viene alguien a llevárselos a alguna parte en un camión o se van ellos por su cuenta al sur, o qué hacen ?
El tal Howitz volvió la cabeza en redondo para mirarme. Tenía muy poca paciencia, pero no era mala persona.
-¿ Cómo quiere que lo sepa? -me dijo-. ¿Cómo quiere que sepa semejante estupidez ?
-Bueno, no se enoje por eso.
-¿ Quién se enoja ? Nadie se enoja.
Decidí que si iba a tomarse las cosas tan a pecho, mejor era no hablar. Pero fue él quien sacó de nuevo la conversación. Volvió otra vez la cabeza en redondo y me dijo:
-Los peces son los que no se van a ninguna parte. Los peces se quedan en el lago. Esos sí que no se mueven. "
-Dígame, Howitz -le dije-. ¿Pasa usted muchas veces junto al lago del Central Park ?
-¿ Qué ?
-El lago, sabe. Ese lago pequeño que hay cerca de Central South Park. Donde están los patos. ¿ Sabe, no?
-Sí. ¿ Qué pasa con ese lago ?
-¿ Se acuerda de esos patos que hay siempre nadando ahí ? Sobre todo en primavera. ¿ Sabe usted por casualidad dónde van en invierno ?
-Adónde va , quién ?
-Los patos. ¿ Lo sabe usted, por casualidad? ¿ Viene alguien a llevárselos a alguna parte en un camión o se van ellos por su cuenta al sur, o qué hacen ?
El tal Howitz volvió la cabeza en redondo para mirarme. Tenía muy poca paciencia, pero no era mala persona.
-¿ Cómo quiere que lo sepa? -me dijo-. ¿Cómo quiere que sepa semejante estupidez ?
-Bueno, no se enoje por eso.
-¿ Quién se enoja ? Nadie se enoja.
Decidí que si iba a tomarse las cosas tan a pecho, mejor era no hablar. Pero fue él quien sacó de nuevo la conversación. Volvió otra vez la cabeza en redondo y me dijo:
-Los peces son los que no se van a ninguna parte. Los peces se quedan en el lago. Esos sí que no se mueven. "
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