San Vicente de la Barquera, a 25 de junio de 2012
Estimados lectores:
Soy una de las muchas profesoras
que han trabajado en el IES José Hierro, una de tantas personas que viene de
otro lugar porque la Consejería de Educación le otorga una plaza durante dos
años. Al principio cuesta hacer tantos kilómetros para llegar aquí, aunque cada
día miras al horizonte y ves un color diferente por estos cielos, estas
montañas, esta ría, este mar. El paisaje afuera y la música en el coche ayudan
mucho. El arte. La belleza. Todo lo posee este entorno incomparable. San
Vicente de la Barquera es una villa cautivadora. El Instituto está construido
en un lugar privilegiado. No sabéis qué alegría produce impartir clase en
algunas aulas en las que al levantar la mirada hallas unas flotantes montañas
que te hacen un guiño con su cabellera blanca, o sentir la plenitud de la ría
colmada que sonríe en pleno invierno a quien se atreva a resistir su osada
fertilidad. Es perturbador.
En este magnífico entorno bullen
y rebullen puñados de adolescentes que vienen de aquí y de otros bellos pueblos
de los alrededores a aprender, a hacer amigos, a crecer con nosotros, y a
pasarlo bien. El niño de doce años arriba al instituto asustado e ilusionado,
jubiloso y azarado; se siente un poquito mayor y espera que nosotros le hagamos
la vida más fácil y le enseñemos muchas cosas; sus padres esperan que sea un
buen niño y que saque buenas notas. Nosotros los recibimos ilusionados porque
son como ‘esponjas’ que absorben todo lo que les transmitamos. Os aseguro que
es muy emotivo observar algunas caritas cuando escuchan un poema o una palabra
desconocida. Es alentador escuchar a los compañeros de todas las materias
anécdotas sobre lo bien que tañen un instrumento, o hacen los ejercicios de
matemáticas, o realizan actividades deportivas, o artísticas, tecnológicas y
científicas. El entusiasmo predomina en estos jovencitos con los que tenemos
una gran responsabilidad. Son frágiles amapolas que buscan la luz para crecer y
brillar. Luego van creciendo, la pubertad los sorprende y cada uno va madurando
como puede. Ellos nos dan lecciones, aprendemos de unos para dar a otros, es el
ciclo vital de la transformación de la energía.
Algunos no obtienen el título de
Secundaria, pero se van y nos dejan algo, y se llevan algo nuestro también.
Otros llegan hasta cuarto, buscan fortuna en la formación profesional o el
mundo laboral, o trabajan con sus padres. Se van ufanos porque han logrado un
objetivo. Y otros obtienen el Título de Bachiller y se presentan a la Prueba de
Acceso a la Universidad. Este curso han superado las pruebas de la Selectividad
todos los alumnos. Los profesores nos sentimos muy orgullosos de ellos, porque
han trabajado mucho durante todo el curso. Y deseamos que sepan elegir aquello
que los haga más felices. Porque eso es lo más importante.
Unos nos vamos, otros se quedan,
vendrán otros nuevos, alumnos y profesores. Todo se mueve continuamente y es en
ese flujo, como el devenir de la mar, la ría y las montañas de San Vicente de
la Barquera, en el que generaciones de adolescentes desarrollarán su potencial.
Y ya para despedirme, quiero expresar la gran satisfacción que ha supuesto para mí haber sido
profesora de los alumnos del IES José Hierro, quiero agradecer todo lo que he
aprendido de ellos y con ellos. He disfrutado con sus risas, y me he apenado
con sus llantos, me he disgustado con sus errores y he aprendido a
comprenderlos. Doy gracias a este pueblo de San Vicente, porque me voy con la
maleta repleta, el corazón pleno de emociones y la mente llena de recuerdos. No
me voy, quedo con ellos y con sus gentes.
Carmen Alonso González.
Profesora de Lengua Castellana y
Literatura.