Historias de Igualdad

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, en el PCPI 2 organizamos una clase-coloquio sobre la pervivencia de estereotipos. Para ello elegimos cuatro palabras (hombre, mujer, caballo, monstruo) y elaboramos historias. Este fue el resultado:


Un hombre iba con una mujer montada en el caballo por el bosque. De repente, un monstruo salió de entre los árboles y secuestró a la mujer. Se la llevó montaña arriba hasta una remota cueva en lo más profundo de la montaña. El hombre, desesperado, decidió ir a rescatar a la mujer. Cogió las armas y la armadura de su padre, montó en el caballo y subió colina arriba hasta la cueva del monstruo, donde se encontró a la mujer. El hombre desmontó y luchó con el monstruo hasta que lo venció. Cogió a la mujer y bajó en el caballo hasta su casa, donde se casó con la mujer y vivieron felices. (Alejando, Manuel y Jairo).

Leídos los relatos, hablamos sobre los estereotipos que “a priori” cada uno asignaba a los roles mujer/hombre y decidimos elaborar nuestras historias con el siguiente resultado.

Un hombre iba montado en un caballo mientras una mujer estaba pasando por delante de él, y el hombre la embistió con el caballo. El hombre al embestirla con el caballo pensó que le hizo mucho daño, pero no se bajó para ayudarla y se fue. Entonces, la mujer le gritó diciéndole: ¡ya veo cómo ayudas! ¡Qué hombre tan maleducado! El hombre, avergonzado, detuvo su caballo y se acercó a la mujer, pero esta se levantó sola y le dijo “puedo valerme por mí misma”. Dicho lo cual, se fue y dejó al hombre completamente anonadado. (Israel y César)

Como se ha visto, la mujer en este relato pasa de pasiva a activa. Pero aún fuimos un poco más allá y decidimos no sólo invertir los roles esperables sino romper los esquemas establecidos para las cuatro palabras participantes en los relatos. El resultado fue sorprendente. Aquí os lo dejamos para que lo veáis.

Un hombre que tenía todo lo que se puede desear: una casa, mujer, hijos y dinero. Un día, estaba sentado en la terraza con su mujer, y ella empieza a decirle que todo era un sueño. El hombre despierta y se encuentra en la acera tirando con una jeringuilla en su brazo. Una sobredosis de caballo había creado su falso paraíso, pero en realidad se había convertido en un monstruo. Lo único que era realidad era aquella bella mujer que se ofrecía a sacarlo de ese infierno y darle la oportunidad que necesitaba. (David y Adrián).